dos chicas se miran con complicidad sin importar las diferencias

Del revés

La crisis del coronavirus nos ha traído noticias de lo más pintorescas. Por ejemplo que hemos vuelto a tener fronteras con Europa o que ser español ya no es salvoconducto para viajar. Hemos visto como muchos madrileños, haciendo caso omiso de las recomendaciones, lo dejaban todo y corrían a refugiarse en sus casa de la costa. ¡Afortunados aquellos que veranean en La Manga!

Marruecos, nuestro vecino del sur, al igual que tantos otros países nos ha cerrado las fronteras por miedo al contagio. De repente ser europeo tiene un significado diferente, lleva consigo el estigma del virus, del contagio. Un europeo que viaja es peligroso y no puede pasar y si lo hace debe estar en cuarentena.

No resulta tan difícil imaginar, sobretodo después de la rápida huida de Madrid, un escenario peor dónde la enfermedad nos aceche en todas partes y la única manera de sobrevivir es viajar al sur. Contactaríamos con amigos, buscaríamos formas de entrar en esos países que nos reciben con fronteras cerradas y guantes de látex. Lo haríamos porque la seguridad de los nuestros pesa más que cualquier otra cosa. No hay ser humano que ante una situación de peligro no piense en huir sin importar la dirección, solo buscando un lugar seguro, sin enfermedades, sin guerras, sin peligros. 

Tal vez, cuando pase esta crisis del coronavirus y estemos de nuevo a salvo podremos mirar con otros ojos a los que siguen necesitando huir, porque quedarse no es una opción. Tal vez, nos ayude a comprender que al final del día lo que todas las personas buscamos es protección y tal vez ese no sea un final tan malo.

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